lunes, 2 de mayo de 2011

Cigarro

Pucha que me gusta el olor y sabor a cigarro, y tal como dice el tango, parece que fumar es un placer. Sí, aunque cueste creerlo, el sabor a cigarro también. Sobre todo ahí cuando ambos se conjugan,  se vuelve  un momento doblemente adictivo. Según Javier, lo que ocurre cuando el fumador desea encender un “puchito” y pegar la primera bocanada es una sinapsis sico-biológica que, en la medida que sea reemplazada por un estímulo igual o superior, me permitiría abandonar el vicio. La verdad es que le creí y le quise creer. Comencé a pensar qué cosas eran más placenteras. Por cierto, hay muchas: hacer puzles, sodokus, identificar el canto de los pájaros durante una tarde en alguna plaza, cambiar las letras de las palabras ¿Sabías que, por ejemplo, Roma al revés es amor? O ¿Qué Ana al revés es igual, es decir, Ana, tal como lo escuche en la película los amantes del circulo polar? O ¿Qué Chile es Lechi, tal como gritaba Ron Damón en la vecindad, en uno de sus innumerables oficios que realizó, esta vez claro está, de lechero?
En fin.  A pesar de aquello, hay algo  que no puedo superar, sin nombrar la angustia, que ya de por sí es difícil, y es un beso con sabor a cigarro. Con su olor, aroma, y en una palabra que se suele usar a veces en los momentos cultos, propios de las tesis y de Baquedano para arriba: fragancia. Un beso impregnado del olor a humo, tal si fuera una caballería que  me arremete con fuerza o un gigante plomizo mezclado con la lengua juguetona, artista en la confección de anillos, barcos y corazones flechados que desaparecen  detrás de la humareda, me produce una sensación de alivio. Debe ser que hay algo que me recuerdan el cigarro que te fumas y el beso que me das. Se han vuelto las dos caras de una misma moneda. No me atrevo a decir qué es, pero se parece mucho a un recuerdo de mi niñez. Cuando yo era niño cerraba los ojos bien fuerte, para que, cuando los abriera, y concentrando todo el infantil poder de mi mente, estuviera frente a mi lo que más deseara en ese momento. Hoy encendí  un cigarro, cerré y apreté bien fuerte los ojos, esperando que estuvieras tú ahí, con ese doble placer.

JMP

1 comentario:

  1. Me parece una obra autocomplaciente en cuanto a tu adicción. Por otro lado, el literario, me gusto el ritmo de las frases, por lo general se hace rápido de leer, sencillo, agradable.

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